Aunque se ha perdido la documentación escrita, la fundación del convento de Santa Clara de Morón de la Frontera está fechada en 1596 con la llegada de cuatro monjas procedentes de Utrera. En el siglo XVIII se construye la iglesia que sigue las trazas denominadas de cajón, es decir de una sola nave, tan típicas de los conventos sevillanos. Entre sus muchos tesoros artísticos destaca el retablo mayor, fechado en la misma época, centrado por una custodia que ocupa una hornacina sobre la que se sitúa una imagen de la Inmaculada. En esta custodia permanece permanentemente expuesto el Santísimo con turnos de vela nocturna todos los martes del año.  

La repostería es una especialidad de las clarisas y en ello destacan las de Morón. La almendra forma parte de muchas de sus especialidades amén de pestiños, magdalenas y tortas rellenas de cabello de ángel.

La fabricación de abanicos siempre ha sido una típica artesanía de las clarisas de Morón y, tras unos años sin hacerlos, han retomado esta labor. Los hacen de madera y caña, siendo la venta directa a través del torno.